viernes, 28 de mayo de 2010

ORACIÓN DEL NIÑO A SU MAESTRO

Maestro, tu que haz de plasmar mi alma y modelar mi corazón, compadécete de mi fragilidad.


No me mires con ceño adusto si no te comprendo, ten paciencia.


No te moleste mi bulliciosa alegría; ¡conpártela!


No atiborres mi débil inteligencia con nociones superfluas.


Enséñame lo útil, lo verdadero, lo bello.


Trátame con dulzura, Maestro, ahora que soy pequeño.


Cuántos dolores me esperan en la vida: en medio de ellos, el recuerdo de tu benevolencia será estímulo bienhechor.


No me riñas injustamente...Ámame, Maestro, que yo también, aunque no sepa demostrártelo, te amaré mucho, mañana más que hoy.


Cúltivame, Maestro, como un jardinero sus flores.


Y yo perfumaré tu existencia con el incienso perenne del recuerdo y la gratitud.


Maestro, buen Maestro, que haz de dar luz a mis ojos, aliento a mi cerebro, bondad a mi corazón, belleza a mi alma, verdad a mis palabras, rectitud a mis actos;



Estudiante...

         Todos en esta vida somos estudiantes, porque vivir es aprender. Aprendemos cada día, de nuestras experiencias, de un niño, de un libro, de un amigo, de nuestros padres... Pero existe un día especial para el escolar y el universitario: el estudiante. No es fácil ni sencillo porque es un largo camino por recorrer, un camino que nunca termina. Pero tiene sus recompensas. Es uno de los caminos que más recompensas y satisfacciones brinda. Mientras mas estudies y te esfuerces, muchos más frutos verás al recoger la cosecha. Por eso te exhorto a que no mires al camino, ni los tropiezos que tengas en él, sino que mires adelante hacia donde están las metas y sueños que te has propuesto. El éxito te espera. ¡Adelante!